En este versículo, se hace referencia a una de las plagas que Dios envió sobre Egipto, convirtiendo el río en sangre. Este fue un evento significativo, ya que el río Nilo era central para la vida egipcia, proporcionando agua para beber, agricultura y transporte. Al convertir el río en sangre, Dios no solo demostró su poder supremo sobre la creación, sino que también interrumpió la vida cotidiana de los egipcios, haciendo una declaración profunda contra su opresión hacia los israelitas.
La transformación del río en sangre fue un desafío directo a los dioses egipcios y una demostración de la soberanía de Dios. Formó parte de una serie de plagas diseñadas para persuadir al faraón de liberar a los israelitas de la esclavitud. Este acto de intervención divina subraya el tema de la liberación y la justicia que recorre toda la Biblia. Recuerda a los creyentes la capacidad de Dios para intervenir en situaciones aparentemente imposibles y provocar cambios. El versículo sirve como un poderoso testimonio de las consecuencias de desafiar la voluntad de Dios y de los esfuerzos que Dios hará para cumplir sus promesas a su pueblo.