En este versículo, el salmista destaca la relación especial entre Dios y el pueblo de Israel, representado por Jacob. La elección de Jacob significa un acto intencional y amoroso, subrayando la idea de que Israel no es solo una nación cualquiera, sino una posesión preciosa del Señor. Esta relación está arraigada en las promesas del pacto de Dios y refleja su fidelidad y gracia. Para los cristianos, este versículo sirve como un recordatorio del patrimonio espiritual compartido con Israel a través de la fe en Cristo. Enfatiza que los creyentes, al igual que Israel, son elegidos y apreciados por Dios, no por sus propios méritos, sino por su amor y propósito. Esta comprensión invita a los cristianos a vivir con un sentido de gratitud y responsabilidad, sabiendo que son parte del plan redentor de Dios. Al reconocer su identidad como posesión preciada de Dios, se les anima a vivir de una manera que honre esta relación, fomentando una conexión más profunda con Dios y con otros en la comunidad de fe.
Porque el Señor ha escogido a Jacob para sí, a Israel por su posesión.
Salmos 135:4
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