En este versículo, el salmista transmite una profunda respuesta emocional ante la presencia y autoridad de Dios. El estremecimiento de la carne simboliza una reacción visceral que va más allá del simple miedo, abarcando asombro, reverencia y respeto. Esta reacción es un reconocimiento del inmenso poder de Dios y de la santidad que lo rodea. El salmista se maravilla de las leyes de Dios, que son vistas como perfectas y justas, ofreciendo un camino hacia la rectitud y la sabiduría. Este asombro no se trata solo de tener miedo, sino de reconocer el orden divino y la belleza de los mandamientos de Dios.
El versículo destaca la importancia de acercarse a las leyes de Dios con un corazón lleno de respeto y admiración. Sugiere que comprender y seguir los mandamientos divinos puede llevar a una relación más profunda con Él, caracterizada por reverencia y asombro. Esta perspectiva anima a los creyentes a ver las leyes de Dios no como reglas pesadas, sino como una fuente de vida y orientación. El versículo nos invita a cultivar un sentido de humildad y respeto por los caminos de Dios, reconociendo Su soberanía y el poder transformador de Su palabra.