En este versículo, se nos invita a reconocer la autoridad suprema y el poder creador del Señor. Se afirma que Dios no solo es nuestro Hacedor, sino también nuestro Pastor, lo que implica una relación profunda y cariñosa. La imagen de ser su pueblo y las ovejas de su prado transmite un sentido de pertenencia y seguridad bajo su guía. Las ovejas son conocidas por su dependencia de un pastor para la dirección y el sustento, simbolizando nuestra necesidad de Dios para el alimento espiritual y la protección. Este versículo nos anima a vivir con la conciencia de nuestra identidad como creación de Dios, fomentando un espíritu de humildad y gratitud. Reconocer que somos su pueblo subraya el aspecto comunitario de la fe, recordándonos que somos parte de una familia más grande bajo el cuidado de Dios. Esta comprensión puede traer consuelo y paz, sabiendo que no estamos solos, sino que somos valorados y vigilados por un Creador amoroso.
Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Salmos 100:3
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