Durante la dedicación del altar, los líderes de las doce tribus de Israel presentaron ofrendas a Dios. Este versículo menciona específicamente un plato de oro lleno de incienso, que pesaba diez shekels. El plato de oro representa un regalo valioso y precioso, mientras que el incienso simboliza las oraciones y la adoración que ascienden hacia Dios. Estas ofrendas no eran solo regalos materiales, sino que llevaban un profundo significado espiritual, reflejando la devoción y el compromiso de los líderes hacia Dios. El acto de dar estas ofrendas fue una expresión comunal de fe y unidad entre las tribus, cada una contribuyendo a la ceremonia sagrada. Esto nos recuerda la importancia de ofrecer lo mejor a Dios, no solo en términos materiales, sino también en nuestro tiempo, talentos y devoción. Esta práctica de dar es un principio atemporal que anima a los creyentes a participar en actos de adoración y servicio con sinceridad y gratitud, fomentando una conexión más profunda con lo divino.
Este es el sacrificio de la ofrenda de paz que ofreció el hijo de Abinadab: un becerro, un carnero, un macho cabrío, un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y un cordero de un año, y un buey, y un carnero, y un macho cabrío, y 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