Los rubenitas, descendientes de Rubén, el primogénito de Jacob, eran una de las doce tribus de Israel. Después de la salida de los israelitas de Egipto y su travesía por el desierto, los rubenitas se establecieron al este del río Jordán. Allí, asumieron la tarea de reconstruir ciudades como Hesbón, Elealé y Quiriataim. Este esfuerzo de reconstrucción fue significativo, ya que marcó su transición de un estilo de vida nómada a la creación de un hogar permanente. Al reconstruir estas ciudades, los rubenitas no solo restauraron estructuras físicas, sino que también crearon un entorno estable para sus familias y generaciones futuras.
Este pasaje subraya la importancia de la comunidad y la colaboración. La dedicación de los rubenitas a la reconstrucción refleja un compromiso con su herencia y un deseo de crear una comunidad próspera. También destaca el tema más amplio de la renovación y la restauración, animándonos a considerar cómo podemos contribuir a la reconstrucción y el fortalecimiento de nuestras propias comunidades. Ya sea a través de la construcción física, el fomento de relaciones o el apoyo al crecimiento comunal, este pasaje nos inspira a invertir en los lugares y las personas que nos rodean.