En la época de Miqueas, se esperaba que los líderes y aquellos en posiciones de autoridad defendieran la justicia y cuidaran de la gente. Sin embargo, Miqueas condena a estos líderes por hacer lo contrario: aborrecen lo bueno y aman lo malo. La vívida imagen de quitar la piel y la carne no es literal, sino metafórica, ilustrando la severa explotación y el daño infligido al pueblo por sus líderes. Este versículo es una crítica poderosa al liderazgo corrupto y sirve como un llamado a todos los que tienen poder para examinar sus acciones y motivaciones. Nos recuerda que el liderazgo debe ejercerse con integridad, compasión y un compromiso con el bien común. El versículo desafía a individuos y comunidades a considerar cómo pueden fomentar entornos donde el bien prevalezca sobre el mal, asegurando que aquellos en el poder actúen como protectores y defensores de la justicia en lugar de opresores.
Vosotros que aborrecéis el bien y amáis el mal; que le quitáis la piel a mi pueblo, y le despojáis de su carne.
Miqueas 3:2
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