Durante el juicio de Jesús, se enfrenta al sumo sacerdote que exige una respuesta bajo juramento. La elección de Jesús de permanecer en silencio al principio es significativa, mostrando su comprensión de la situación y su papel en el desarrollo del plan de Dios. El silencio aquí no es debilidad, sino una profunda declaración de fortaleza y propósito. La demanda del sumo sacerdote de que Jesús declare si es el Mesías refleja la desesperación de los líderes religiosos por encontrar motivos de acusación. Al invocar un juramento por el Dios viviente, el sumo sacerdote intenta obligar a Jesús a hablar, enfatizando la gravedad del momento. Esta interacción subraya el choque entre la autoridad humana y la identidad divina. El silencio de Jesús y su eventual respuesta afirman su identidad y misión, cumpliendo las profecías sobre el Mesías. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en el tiempo y la sabiduría de Dios, incluso cuando enfrentan desafíos o acusaciones. También invita a reflexionar sobre la naturaleza de la verdadera autoridad y el valor de mantenerse firme en la fe.
Pero Jesús guardó silencio. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.
Mateo 26:63
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