El acto de Judas de saludar a Jesús con un beso es profundamente irónico y conmovedor. En la cultura de la época, un beso era un signo de respeto y afecto, comúnmente utilizado entre un discípulo y su maestro. Sin embargo, Judas emplea este gesto íntimo para traicionar a Jesús, marcándolo para su arresto. Este momento subraya el tema de la traición desde dentro del círculo más cercano, una realidad dolorosa con la que muchos pueden identificarse en sus propias vidas. También resalta el cumplimiento de la profecía y el desarrollo del plan de Dios, ya que Jesús había predicho anteriormente la traición de Judas. A pesar del dolor personal, Jesús se mantiene tranquilo y decidido, plenamente consciente de lo que está por venir y aceptando su camino. Esta escena invita a reflexionar sobre la naturaleza de la lealtad, la confianza y la fortaleza necesaria para enfrentar la traición con gracia. La respuesta de Jesús puede inspirar a los creyentes a encontrar fuerza en sus propias pruebas, confiando en un propósito mayor y en la posibilidad de redención.
Y luego se acercó a Jesús y le dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó.
Mateo 26:49
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