La parábola de las diez vírgenes es una lección poderosa sobre la preparación y la vigilancia en la vida cristiana. Las vírgenes representan a aquellos que esperan la llegada del novio, simbolizando a Jesús. Cinco de ellas eran sabias y estaban preparadas con aceite extra, mientras que las otras cinco eran insensatas y carecían de previsión. Cuando finalmente llegó el novio, las vírgenes no preparadas quedaron afuera, suplicando por entrar. Esto resalta la necesidad de estar espiritualmente preparados, ya que el momento del regreso de Cristo es desconocido. Sirve como un recordatorio para vivir con fe y atención, alimentando nuestra relación con Dios y asegurando que nuestra 'lámpara' espiritual esté siempre lista. Esta parábola anima a los creyentes a ser proactivos en su fe, enfatizando la importancia de estar espiritualmente despiertos y alertas, para que cuando llegue el momento, no sean sorprendidos. Subraya el valor de la preparación continua y las consecuencias de descuidar nuestras responsabilidades espirituales.
Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor, ábrenos.
Mateo 25:11
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