Este versículo forma parte de la parábola de los labradores que Jesús narra, donde describe a un propietario que alquila su viña a unos labradores. Cuando llega el momento de recoger su parte de la cosecha, los labradores maltratan y matan a los siervos enviados por el dueño, y finalmente, asesinan a su hijo. Jesús pregunta a los oyentes qué hará el dueño con esos labradores, y ellos responden que les dará un final desastroso y arrendará la viña a otros que cumplirán con sus obligaciones.
La parábola es una alegoría de cómo el pueblo de Dios ha tratado a sus profetas y, en última instancia, a Su Hijo, Jesús. La respuesta de los oyentes subraya la expectativa de justicia y la idea de que Dios confiará Su reino a quienes sean fieles y justos. Resalta la importancia de ser buenos administradores de lo que Dios nos ha dado y advierte sobre las consecuencias de rechazar a Sus mensajeros y a Su Hijo. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre su propia fidelidad y compromiso con el llamado de Dios.