La instrucción de Jesús al hombre sanado subraya el poder del testimonio personal en la fe cristiana. En lugar de permitir que el hombre lo siga físicamente, Jesús lo envía de regreso a su comunidad para que comparta su historia. Este acto de compartir es una forma de ministerio, ya que permite a otros ser testigos del poder transformador de la misericordia y el amor de Dios a través de experiencias personales. El hombre había sido liberado de una vida de tormento, y su testimonio serviría como un ejemplo vivo de la compasión y el poder de Dios. Al instruirlo a contar a su propia gente, Jesús destaca la importancia de difundir las buenas nuevas dentro de la propia comunidad. Esta directriz anima a los creyentes a reflexionar sobre sus propias experiencias de la misericordia de Dios y a compartir estas historias con los demás, fomentando una comunidad de fe y esperanza. Nos recuerda que nuestros encuentros personales con la gracia de Dios no son solo para nuestro beneficio, sino que están destinados a inspirar y elevar a quienes nos rodean, creando un efecto dominó de fe y aliento.
Y Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Ve a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas ha hecho el Señor contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
Marcos 5:19
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