José de Arimatea era un miembro distinguido del concilio judío, conocido por su riqueza e influencia. A pesar de su posición, era un seguidor secreto de Jesús, esperando con expectación el reino de Dios. Tras la crucifixión de Jesús, José tomó un paso audaz al acercarse a Pilato para solicitar el cuerpo de Jesús. Este fue un movimiento arriesgado, ya que asociarse con un criminal crucificado podría haber puesto en peligro su estatus y seguridad. Sin embargo, la fe y devoción de José hacia Jesús lo llevaron a actuar con valentía. Sus acciones aseguraron que Jesús recibiera un entierro adecuado, cumpliendo con las costumbres judías y mostrando respeto por Jesús incluso en la muerte.
La historia de José es un poderoso recordatorio de la importancia del coraje y la convicción en el camino de la fe. Anima a los creyentes a actuar con integridad y compasión, incluso cuando enfrentan desafíos o posibles repercusiones. Su ejemplo nos enseña que la verdadera fe a menudo requiere salir de nuestra zona de confort para hacer lo correcto y justo. La anticipación de José del reino de Dios y su disposición para servir a Jesús de esta manera reflejan una profunda confianza en el plan de Dios y un compromiso con vivir según sus creencias.