En un momento conmovedor, Jesús abraza a los niños, mostrando su profundo amor y respeto por ellos. Este acto es significativo porque rompe con las normas culturales de la época, donde los niños eran a menudo considerados menos importantes. Al tomarlos en sus brazos y bendecirlos, Jesús subraya el valor de cada individuo, sin importar su edad o estatus. Sus acciones transmiten un poderoso mensaje sobre la naturaleza del reino de Dios, donde los humildes e inocentes son valorados. La bendición de Jesús no es solo un gesto de afecto, sino una declaración profunda sobre la inclusividad del amor de Dios. Nos recuerda que para ser parte del reino de Dios, debemos abrazar cualidades como la humildad, la confianza y la apertura, que a menudo son ejemplificadas por los niños. Este pasaje anima a los creyentes a acercarse a su fe con asombro e inocencia infantil, reconociendo que todos son dignos del amor y la gracia de Dios. La interacción de Jesús con los niños sirve como un modelo de cómo debemos tratar a los demás, con amabilidad, aceptación y una disposición a bendecir y elevar a quienes nos rodean.
Y tomando a los niños en los brazos, les ponía las manos encima y los bendecía.
Marcos 10:16
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