En este pasaje, Moisés se dirige a Aarón y a sus hijos, Eleazar e Itamar, tras un trágico evento en el que los otros hijos de Aarón, Nadab y Abiú, fueron consumidos por el fuego por ofrecer fuego no autorizado ante el Señor. Moisés les instruye a participar de la ofrenda de grano que queda de las ofrendas de comida. Esta ofrenda de grano, preparada sin levadura, se designa como muy santa, enfatizando su santidad y la responsabilidad de los sacerdotes de manejarla con reverencia.
Consumir la ofrenda junto al altar simboliza el papel integral de los sacerdotes en el sistema de adoración y sacrificio, destacando su deber de mantener la santidad de las ofrendas. Este acto de comer la ofrenda no es solo un acto físico, sino uno espiritual, que simboliza su participación en el servicio sagrado y su conexión con Dios. Sirve como un recordatorio de la importancia de la obediencia a los mandamientos de Dios y de la naturaleza sagrada de sus deberes sacerdotales.