Holofernes, el general asirio, percibe la llegada de Judith como un signo del favor divino. Él cree que Dios la ha enviado para ayudar a su causa y asegurar la victoria sobre sus enemigos. Este concepto refleja un tema recurrente en la Biblia, donde Dios utiliza a individuos inesperados para llevar a cabo Sus propósitos. Judith, una mujer de fe y valentía, es vista como un instrumento a través del cual Dios actuará. Su presencia se interpreta como una forma de fortalecer el ejército de Holofernes y llevar a la derrota a aquellos que se oponen a él. Esta interacción subraya el poder de la fe y la creencia de que Dios puede trabajar a través de cualquiera, sin importar su estatus o antecedentes, para lograr Su voluntad. También resalta la idea de que la intervención divina puede manifestarse de maneras inesperadas, y que aquellos que confían en Dios pueden tener un impacto significativo en el curso de los acontecimientos. La historia de Judith es un testimonio de la fuerza y la influencia de individuos fieles frente a adversidades abrumadoras, recordando a los creyentes la importancia de la valentía y la confianza en el plan de Dios.
Y cuando ella hubo dicho estas palabras, salió de la tienda, y llamó a los guardas de la entrada de la ciudad, y les dijo:
Judith 11:10
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