La partida de Judit de Betulia marca un momento significativo en su historia. Acompañada por los hombres de su ciudad, ella sale con un sentido de propósito y determinación. Su belleza, que asombra a los que la observan, no se trata solo de su apariencia física, sino que también refleja su fortaleza interior y el favor divino que lleva consigo. Esta belleza es simbólica de su fe, valentía y la misión que está a punto de emprender para la salvación de su pueblo. La reacción de los hombres de Betulia subraya el respeto y la admiración que Judit inspira, destacándola como una figura de inspiración y liderazgo. Su viaje es un testimonio del poder de la fe y del impacto que puede tener el coraje de una sola persona frente a adversidades abrumadoras. La historia de Judit anima a los creyentes a reconocer la belleza en las acciones impulsadas por la fe y la fuerza que proviene de confiar en un propósito superior. Su ejemplo sirve como un recordatorio de que la verdadera belleza a menudo está entrelazada con el carácter y la disposición a actuar con convicción y fe.
Y cuando ella hubo acabado de orar, se levantó del lugar donde estaba, y llamó a su criada, y le dijo: "Toma la bolsa que está en la casa de mi padre, y llévala a la tienda de Holofernes".
Judith 10:9
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