Abimelec, hijo de Gedeón, se autoproclamó rey tras asesinar a sus hermanos. Su reinado estuvo marcado por la violencia y la traición, y buscó consolidar su poder mediante la fuerza. Sin embargo, su gobierno opresor provocó una rebelión. Durante el asedio de una torre en Thebez, una mujer arrojó una piedra de molino sobre la cabeza de Abimelec, hiriéndolo de muerte. Este acto es significativo porque fue una mujer, a menudo vista como impotente en esa sociedad, quien propició el golpe que llevó a su caída. La piedra de molino, símbolo de la vida cotidiana y el sustento, se convirtió en el instrumento de justicia. Esta historia ilustra cómo Dios puede usar a personas y medios inesperados para lograr justicia y liberación. Nos recuerda que, sin importar cuán poderoso parezca alguien, sus acciones tienen consecuencias, y la justicia divina puede prevalecer de maneras sorprendentes. La narrativa anima a los lectores a confiar en la justicia de Dios y a reconocer el potencial de cambio a través de acciones e individuos aparentemente ordinarios.
Y una mujer arrojó sobre la cabeza de Abimelec una piedra de molino, y le rompió la cabeza.
Jueces 9:53
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