La respuesta de Gedeón a los efraimitas es un ejemplo magistral de humildad y diplomacia. Los efraimitas estaban molestos por no haber sido llamados a la batalla inicial contra los madianitas, pero Gedeón apacigua su ira elogiando sus logros. Utiliza una metáfora que compara sus esfuerzos con las sobras de la cosecha, sugiriendo que incluso estas son más valiosas que la cosecha completa de su propio clan, Abiezer. Esta metáfora no solo reconoce su papel significativo en la victoria, sino que también eleva su estatus, haciéndolos sentir apreciados y respetados.
El enfoque de Gedeón resalta la importancia de valorar las contribuciones de los demás, sin importar cuán pequeñas puedan parecer. Enseña una lección sobre liderazgo y construcción de comunidad, mostrando que reconocer y apreciar los esfuerzos ajenos puede llevar a la armonía y cooperación. Este pasaje nos anima a mirar más allá de nuestros propios logros y a celebrar los éxitos de quienes nos rodean, fomentando un espíritu de unidad y respeto mutuo.