El río Quesón se celebra aquí como un instrumento de la liberación de Dios para los israelitas. Este versículo forma parte del cántico de Débora y Barac, que narra la victoria sobre las fuerzas cananeas lideradas por Sísara. El arrastre de los enemigos por el río simboliza la intervención de Dios en la naturaleza para ayudar a Su pueblo. Tal imagen sirve para recordar a los creyentes la soberanía de Dios y Su capacidad para usar cualquier medio para cumplir Sus propósitos. La exhortación a "¡Marcha, alma mía; sé fuerte!" es un llamado a la resiliencia interna y a la fe. Anima a los creyentes a confiar en la fuerza de Dios, incluso cuando las circunstancias parecen abrumadoras. Este versículo habla de la verdad atemporal de que Dios es un refugio y fortaleza, e invita a los creyentes a extraer coraje y perseverancia de su relación con Él. El contexto histórico de esta batalla subraya la importancia de la fe y la dependencia de la asistencia divina para superar las adversidades de la vida.
Los ríos los arrastraron, los ríos de Quesón; el río de Quesón arrastró a los que marchaban.
Jueces 5:21
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