En este momento, Dios declara un cambio en su estrategia respecto a la conquista de la Tierra Prometida por parte de los israelitas. Después del liderazgo de Josué, se les encomendó la tarea de continuar reclamando la tierra que Dios les había prometido. Sin embargo, debido a su repetida desobediencia y a no seguir completamente los mandamientos de Dios, decide no expulsar a las naciones restantes. Esta decisión no es solo un castigo, sino también una prueba de su fe y compromiso. Al dejar estas naciones, Dios brinda a los israelitas la oportunidad de demostrar su dependencia de Él y su disposición a seguir Sus leyes. Esta situación subraya la importancia de la fidelidad y la obediencia en la relación entre Dios y Su pueblo. Sirve como un recordatorio de que, aunque Dios siempre está dispuesto a ayudar, también espera que Sus seguidores participen activamente en su camino espiritual y tomen decisiones que se alineen con Su voluntad. La presencia de estas naciones sería un recordatorio constante de la necesidad de vigilancia y dependencia de la fuerza y la guía de Dios.
Yo también dejaré que sean destruidos de delante de ellos, y no los sacaré de delante de ellos.
Jueces 2:21
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