En este momento, los ancianos de Galaad están haciendo un compromiso serio con Jefté, un líder que han elegido para ayudarlos en un tiempo de crisis. Al invocar al SEÑOR como testigo, no solo están haciendo una promesa a Jefté, sino que también se están colocando bajo la mirada divina. Esto refleja la profunda creencia en la omnipresencia y justicia de Dios, que es central en su fe y cultura. La declaración de los ancianos significa que sus palabras no son solo un acuerdo humano, sino un pacto que lleva un peso espiritual.
La invocación de Dios como testigo era una práctica común en tiempos bíblicos, destacando la creencia de que Dios ve y conoce todas las acciones e intenciones. Este acto de llamar a Dios sirve como un recordatorio de las responsabilidades morales y éticas que conllevan hacer promesas. También ilustra la dependencia comunitaria de la guía divina y la responsabilidad en el liderazgo y la toma de decisiones. La declaración de los ancianos es un testimonio de su fe y la seriedad con la que consideran sus compromisos, sabiendo que romper un voto así tendría consecuencias espirituales.