Después del caótico gobierno de Abimelec, Tola, de la tribu de Isacar, se convierte en juez sobre Israel. Su liderazgo marca una transición del desasosiego anterior, ofreciendo un periodo de paz y estabilidad. La residencia de Tola en Samir, situada en la región montañosa de Efraín, es significativa ya que lo coloca en una ubicación central, accesible a muchas tribus. Su papel como salvador de Israel subraya la naturaleza cíclica del Libro de los Jueces, donde Dios levanta líderes para liberar a los israelitas de la opresión y guiarlos de regreso a la fidelidad. Esta narrativa sirve como un recordatorio de la importancia del liderazgo recto y la continua necesidad de la guía divina en tiempos de dificultad. La historia de Tola, aunque breve, es un testimonio de la fidelidad de Dios en proveer para Su pueblo y asegurar su supervivencia y prosperidad a través de líderes designados. También refleja el tema bíblico más amplio de la liberación y redención que resuena a lo largo de las escrituras.
Después de Abimelec, se levantó para salvar a Israel Tola hijo de Puah, hijo de Dodo, varón de Isacar; y habitó en Samir, en el monte de Efraín.
Jueces 10:1
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