El liderazgo de Josué estuvo marcado por la presencia de Dios, que fue un factor clave en su éxito y en la difusión de su fama. Esto resalta la importancia de la guía y el apoyo divinos para alcanzar los objetivos. La obediencia de Josué a las instrucciones de Dios, especialmente en la conquista de Jericó, demostró su fe y compromiso. Como resultado, su reputación creció, no solo entre los israelitas, sino también entre las naciones circundantes. Esto sirve como un recordatorio de que cuando los individuos alinean sus acciones con la voluntad de Dios, pueden lograr grandes cosas y tener un impacto positivo en quienes los rodean.
El versículo subraya la idea de que el verdadero éxito no se trata solo de logros personales, sino también de cumplir un propósito mayor. La fama de Josué no fue para su propia gloria, sino como un testimonio del poder y la fidelidad de Dios. Anima a los creyentes a vivir de una manera que refleje la presencia de Dios, sabiendo que Él puede usar sus vidas para influir positivamente en otros. Este pasaje invita a reflexionar sobre cómo la vida de uno puede ser un testimonio de la obra de Dios, inspirando a otros a buscar Su presencia y guía.