En su despedida, Josué se dirige a los israelitas con un recordatorio poderoso sobre la fidelidad de Dios. A lo largo de su travesía, Dios ha cumplido cada promesa hecha, y Josué enfatiza que ninguna ha fallado. Esta afirmación no solo refleja eventos pasados, sino que también es un aliento profundo para el futuro. Al recordar la confiabilidad inquebrantable de Dios, Josué fortalece la fe de los israelitas, instándolos a seguir confiando en las promesas divinas.
Este pasaje resalta un tema central en la Biblia: las promesas de Dios son seguras y firmes. Invita a los creyentes a mirar hacia atrás en sus propias vidas y reconocer las maneras en que Dios ha sido fiel. Tal reflexión puede fortalecer la fe, especialmente en tiempos de incertidumbre o duda. Las palabras de Josué nos recuerdan que el carácter de Dios no cambia, y Sus promesas son tan confiables hoy como lo fueron entonces. Esta certeza puede traer paz y confianza a los creyentes, sabiendo que el mismo Dios que cumplió Sus promesas a Israel está trabajando en sus vidas hoy.