Este versículo forma parte de un pasaje más amplio que detalla la división de la Tierra Prometida entre las tribus de Israel. Específicamente, enumera las ciudades dentro del territorio asignado a la tribu de Benjamín. Esta asignación fue parte del cumplimiento de la promesa de Dios a los patriarcas, asegurando que cada tribu tuviera un lugar en la tierra que fluye leche y miel. Las ciudades mencionadas, como Sora y Eshtaol, aunque no son ampliamente conocidas hoy en día, fueron significativas en tiempos antiguos como parte de la herencia tribal. Esta división de la tierra subraya el cuidado meticuloso con el que Dios proveyó para Su pueblo, asegurando que cada tribu tuviera su propio espacio para crecer y prosperar. También refleja la naturaleza ordenada y comunitaria de la sociedad israelita, donde cada tribu tenía su propia identidad y responsabilidades dentro de la nación más grande. Al enumerar estas ciudades, las escrituras enfatizan la importancia histórica y espiritual de la tierra y el cumplimiento de las promesas divinas. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en la fidelidad de Dios y en Sus planes para sus vidas, así como Él tenía planes para las tribus de Israel.
Y la ciudad de Sora, y la ciudad de Eshtaol, y la ciudad de Ir-Semes,
Josué 18:23
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