En la división de la tierra entre las tribus de Israel, la tribu de Judá recibió una porción significativa que incluía varias ciudades y aldeas. Eshtaol, Zoreá y Ascalón son solo algunas de las localidades mencionadas como parte de esta herencia. La diversidad de estos lugares, desde tierras fértiles hasta áreas ricas en recursos, ilustra la abundancia que Dios otorgó a su pueblo. Cada ciudad tenía su propio papel y significado, contribuyendo al bienestar y estabilidad de la tribu. Este pasaje nos recuerda la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas, mostrando cómo cada tribu tiene un legado importante en la narrativa más amplia de la historia de Israel. La herencia de Judá no solo representa un territorio físico, sino también la provisión y el cuidado divino que se extiende a lo largo de las generaciones, reafirmando el compromiso de Dios con su pueblo y su plan para la humanidad.
Y los que habitaron en las ciudades de la llanura fueron: Eshtaol, y Zoreá, y Ascalón, y Soco, y Azeca, y Saaraim, y Adulam, y Maresá, y la ciudad de los que habitaban en el campo, y los que habitaron en las ciudades de la llanura.
Josué 15:62
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