En esta declaración, Jesús se dirige a los líderes judíos que veneraban a Moisés como una figura fundamental en su fe. Moisés es reconocido por haber escrito los primeros cinco libros de la Biblia, conocidos como la Torá, que incluyen profecías y leyes centrales para la vida judía. Jesús afirma que Moisés escribió sobre Él, refiriéndose a las profecías mesiánicas y a la anticipación de un Salvador venidero. Al decir esto, Jesús hace una afirmación profunda sobre su identidad como el Mesías, el que Moisés había anticipado. Esta conexión subraya la unidad de las Escrituras, mostrando que el Antiguo Testamento establece las bases para las revelaciones del Nuevo Testamento. Jesús desafía a los líderes a reflexionar sobre su comprensión de los escritos de Moisés, sugiriendo que una verdadera creencia en esos textos los llevaría naturalmente a aceptarlo. Esto nos enseña sobre la importancia de ver la Biblia como una historia cohesiva del plan de Dios para la humanidad, con Jesús en su centro. También llama a una fe más profunda que va más allá del mero conocimiento hacia una creencia sincera en las promesas de Dios.
La invitación es a reconocer cómo los antiguos escritos apuntan a la revelación plena en Cristo, y a cultivar una fe que se manifieste en acciones y en la vida diaria.