La vida eterna no se trata solo de vivir para siempre; es una calidad de vida que comienza ahora y se extiende hacia la eternidad. Conocer a Dios y a Jesucristo significa entrar en una relación personal e íntima con ellos. Este conocimiento es experiencial, involucrando confianza, amor y obediencia. Se trata de reconocer a Dios como el único verdadero y a Jesús como el enviado por Dios para revelar Su amor y propósito. Esta relación es transformadora, ofreciendo una nueva forma de vivir caracterizada por la paz, la alegría y el propósito. Nos invita a vivir en la realidad del reino de Dios, donde experimentamos Su presencia y guía diariamente. Esta comprensión de la vida eterna desplaza nuestro enfoque de lo temporal a lo eterno, animándonos a vivir con esperanza y seguridad en las promesas de Dios. Al conocer a Dios y a Jesús, somos atraídos a una vida rica en significado y eterna en alcance, ofreciendo un profundo sentido de pertenencia y propósito.
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Juan 17:3
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