Este versículo se dirige a los amonitas, una nación vecina de Israel, cuestionando su ocupación de la tierra de Gad, que formaba parte del territorio israelita. Las preguntas retóricas planteadas por Dios enfatizan la injusticia de las acciones de los amonitas. Al preguntar si Israel no tiene hijos o herederos, se implica que Israel efectivamente tiene herederos legítimos a la tierra, y la situación actual es una violación de esa herencia.
La referencia a Moloc, un dios adorado por los amonitas, resalta el conflicto cultural y espiritual entre Israel y sus vecinos. Moloc estaba a menudo asociado con prácticas que eran abominables para los israelitas, como el sacrificio de niños. Esto subraya la tensión entre la adoración del único Dios verdadero de Israel y las prácticas paganas de las naciones circundantes.
El mensaje de Dios a través de Jeremías sirve como un recordatorio de la justicia divina y la importancia de la herencia legítima. También refleja el tema más amplio de la soberanía de Dios sobre las naciones y Su preocupación por la justicia y la rectitud. El versículo llama a los amonitas a rendir cuentas por sus acciones y sirve como una advertencia de que Dios es consciente de las injusticias cometidas contra Su pueblo.