El versículo reflexiona sobre los actos históricos de liberación y poder de Dios, enfocándose particularmente en los eventos milagrosos en Egipto durante el tiempo del Éxodo. Estos actos no son solo notas históricas, sino que se consideran demostraciones continuas del poder de Dios y Su participación en los asuntos humanos. Al realizar señales y maravillas, Dios estableció una reputación que trasciende el tiempo y la geografía, impactando no solo a Israel, sino a toda la humanidad. Esta renombre perdurable es un testimonio de Su naturaleza inmutable y Su compromiso con Su pueblo. El versículo anima a los creyentes a recordar y confiar en las grandes obras de Dios, que no están confinadas al pasado, sino que son continuas. Nos asegura que el mismo Dios que actuó poderosamente en la historia sigue activo hoy, ofreciendo esperanza y certeza de Su presencia en nuestras vidas. Esta comprensión fomenta un profundo sentido de confianza y fe en la soberanía eterna de Dios y Su capacidad para obrar maravillas en nuestras propias vidas.
Tú hiciste señales y maravillas en la tierra de Egipto, y hasta hoy en Israel y entre otros hombres, y te has hecho un nombre, como en este día.
Jeremías 32:20
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