Las personas a menudo buscan orientación de diversas maneras, especialmente cuando se enfrentan a la confusión o el miedo. Este versículo desaconseja acudir a encantadores y adivinos, quienes eran comunes en tiempos antiguos por su supuesta capacidad de comunicarse con los muertos. En cambio, nos anima a buscar a Dios, quien es la fuente suprema de sabiduría y guía. La pregunta retórica planteada subraya la creencia de que Dios, quien está vivo y es soberano, es mucho más capaz de proporcionar entendimiento que los muertos.
Este versículo sirve como un recordatorio de que Dios desea una relación directa con Su pueblo, donde puedan presentar sus preocupaciones y preguntas. Advierte sobre la atracción de buscar respuestas en fuentes que pueden desviar a uno de la fe y la verdad. Al consultar a Dios, los creyentes se alinean con Su voluntad y reciben una guía que está arraigada en el amor, la verdad y la sabiduría eterna. Este enfoque fomenta una confianza más profunda en el plan de Dios y asegura a los creyentes Su constante presencia y apoyo.