En una visión, Isaías se encuentra en la presencia de Dios, abrumado por su propia indignidad. Un ángel se acerca con un carbón encendido del altar y toca los labios de Isaías. Este acto simbólico representa la purificación y la eliminación del pecado, indicando que la culpa de Isaías ha sido quitada y sus pecados expiados. El carbón, proveniente del altar, señala una fuente divina de limpieza, enfatizando que la verdadera purificación viene solo de Dios. Este momento prepara a Isaías para su misión profética, ilustrando que Dios no solo llama, sino que también equipa y purifica a aquellos que elige para servirle. Subraya el poder transformador del perdón divino, que nos limpia y renueva, haciéndonos aptos para la obra de Dios. Este evento es un poderoso recordatorio de la gracia y misericordia de Dios, mostrando que siempre está dispuesto a perdonar y purificarnos, habilitándonos para cumplir nuestro propósito divino con un corazón y espíritu limpios. Anima a los creyentes a confiar en la capacidad de Dios para limpiar y preparar sus caminos.
He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu iniquidad, y limpio tu pecado.
Isaías 6:7
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