En este versículo, Dios se dirige a los israelitas, quienes se han encontrado en cautiverio. No fueron vendidos a esta situación por ningún precio, simbolizando que su sufrimiento no fue resultado de una transacción, sino más bien una consecuencia de sus propias acciones y de alejarse de Dios. A pesar de esto, Dios promete que su redención llegará libremente, sin ningún costo para ellos. Esto refleja la naturaleza de la gracia de Dios: Su disposición a restaurar y redimir a Su pueblo por amor y misericordia, no por ningún pago o mérito de su parte.
Este mensaje es atemporal y habla al corazón de la fe cristiana, donde la salvación se ve como un regalo de Dios, no como algo que se pueda ganar o comprar. Asegura a los creyentes que, sin importar cuán lejos se hayan desviado o cuán difíciles sean sus circunstancias, el amor y el poder de Dios para redimir permanecen firmes. Esta promesa de redención sin costo es un precursor del mensaje del Nuevo Testamento sobre la salvación a través de Jesucristo, que se ofrece libremente a todos los que creen.