El cambio de nombre de Jacob a Israel es un momento profundo de transformación y renovación. Jacob, cuyo nombre significa "suplantador" o "engañador", había vivido una vida marcada por la lucha y el conflicto, incluyendo su lucha con Dios. Al renombrarlo Israel, que significa "el que lucha con Dios", Dios reconoce la perseverancia y la fe de Jacob. Este nuevo nombre significa una nueva identidad y misión, ya que Jacob se convierte en el patriarca de las doce tribus de Israel.
Este acto de renombrar es significativo en la tradición bíblica, simbolizando un nuevo comienzo y un llamado divino. Marca un punto de inflexión en la vida de Jacob, donde pasa de su pasado a un futuro definido por las promesas de Dios. El nombre Israel no solo refleja el viaje personal de Jacob, sino también el destino de sus descendientes, quienes formarán la nación de Israel. Esta transformación es un poderoso recordatorio de cómo Dios puede redefinir nuestras vidas, ofreciéndonos nuevas identidades y propósitos alineados con Su voluntad. Anima a los creyentes a abrazar el poder transformador de Dios y los nuevos caminos que Él establece ante nosotros.