En el Jardín del Edén, Dios se dirige a Adán después de que él y Eva han comido del fruto prohibido. La pregunta, "¿Quién te ha mostrado que estabas desnudo?", simboliza la nueva conciencia y vulnerabilidad que Adán y Eva experimentan como resultado de su desobediencia. Antes de esto, vivían en un estado de inocencia, ajenos a su desnudez, que simboliza pureza y la ausencia de vergüenza.
La indagación de Dios no se refiere solo a su estado físico, sino también a su condición espiritual. Al preguntar si han comido del árbol, Dios resalta la ruptura de confianza y las consecuencias de ignorar Su mandato. Este momento es crucial, ya que marca la introducción del pecado en el mundo, afectando la relación entre Dios y la humanidad. Enfatiza la importancia de la obediencia a la palabra de Dios y el impacto de las elecciones humanas en el bienestar espiritual. Además, refleja el deseo de Dios de transparencia y responsabilidad, instando a los humanos a confrontar sus acciones y sus efectos en su relación con lo divino.