En este versículo, Dios habla a través del profeta Ezequiel a los líderes de Israel, expresando su decepción por su fracaso en cumplir con sus deberes sagrados. Han permitido que otros gestionen el santuario, una tarea que estaba destinada a ser de ellos. Esta acción representa un descuido de sus responsabilidades espirituales y una falta de respeto por la santidad del santuario de Dios. El versículo resalta la importancia de ser administradores fieles de los roles y responsabilidades que Dios nos ha dado. Es un llamado a todos los creyentes, especialmente a aquellos en posiciones de liderazgo, a tomar en serio sus deberes espirituales y asegurarse de que se lleven a cabo con integridad y dedicación. Al confiar estas responsabilidades a otros, los líderes fallaron en honrar la santidad de su llamado. Este pasaje invita a reflexionar sobre cómo gestionamos las responsabilidades que Dios nos ha otorgado y nos recuerda la necesidad de rendición de cuentas y compromiso en nuestra vida espiritual.
Y no habéis guardado mis santos, sino que habéis puesto en ellos vuestros propios ministros para que ministren en mi santuario.
Ezequiel 44:8
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