Y la mano de Jehová había estado sobre mí por la tarde, antes que viniese el que había escapado; y abrió mi boca, hasta que él vino a mí por la mañana; y abrió mi boca, y hablé con él.

Ezequiel 33:22

Faithy explica

Ezequiel narra un momento significativo en el que Dios interviene directamente en su vida. La noche anterior a la llegada de un mensajero, Dios abre la boca de Ezequiel, poniendo fin a un periodo de silencio impuesto. Este acto simboliza el control de Dios sobre el discurso profético y el tiempo. La capacidad de Ezequiel para hablar nuevamente significa un nuevo capítulo en su ministerio profético, donde se le encomienda de nuevo la tarea de transmitir los mensajes de Dios al pueblo. Este evento resalta la importancia del tiempo divino y la disposición para actuar cuando Dios llama. También refleja el tema más amplio de la comunicación entre Dios y la humanidad, donde los profetas sirven como conductos vitales para los mensajes divinos. La experiencia de Ezequiel recuerda a los creyentes la importancia de estar atentos y ser receptivos a la guía de Dios, confiando en Su perfecto tiempo. El levantamiento del silencio de Ezequiel es un poderoso recordatorio del papel de los profetas en guiar y advertir al pueblo, y la necesidad de estar preparados para cumplir con las responsabilidades espirituales cuando el momento es el adecuado.