Este mensaje de Dios subraya el principio de la responsabilidad personal en el camino espiritual de cada uno. Enseña que la justicia no es un estado estático, sino un proceso dinámico que requiere un compromiso y fidelidad constantes. Una persona que ha vivido con rectitud pero elige desobedecer no puede confiar en su justicia pasada para salvarse. De igual manera, una persona que ha vivido en maldad pero se arrepiente sinceramente y se vuelve hacia Dios no está atada por sus pecados pasados. Esto refleja la equidad y justicia de Dios, quien juzga a cada persona según sus acciones actuales y el estado de su corazón. Este pasaje anima a las personas a mantener su justicia y ofrece esperanza a quienes buscan cambiar su vida. Es un llamado a la autoexaminación continua y a la transformación, enfatizando que nunca es tarde para volverse hacia Dios y buscar Su perdón y gracia. Esta enseñanza recuerda la importancia de vivir una vida íntegra y el poder del arrepentimiento y la redención.
Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le librará en el día de su rebelión; y la impiedad del impío no le hará caer en el día que se convierta de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia en el día que pecare.
Ezequiel 33:12
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