La visión de Ezequiel sobre los querubines, con sus cuerpos, alas y ruedas cubiertos de ojos, es un poderoso símbolo de la omnisciencia y omnipresencia de Dios. Los ojos representan una conciencia completa y la capacidad de ver todo, indicando que Dios está plenamente al tanto de lo que sucede en el mundo. Esta imagen sirve como un recordatorio de que Dios no está distante ni desinformado, sino que está íntimamente involucrado en el funcionamiento del universo. Las ruedas, también cubiertas de ojos, sugieren movimiento y la capacidad de estar presente en todas partes, reforzando la idea de la presencia de Dios en todos los lugares y en todo momento.
Para los creyentes, esta visión es una fuente de consuelo y seguridad. Significa que Dios siempre está cuidando de ellos, consciente de sus luchas y alegrías, y que está activamente involucrado en sus vidas. Los ojos en los querubines y las ruedas simbolizan el conocimiento y la comprensión perfectos de Dios, recordándonos que nada escapa a Su atención. Esto puede fomentar la fe y la confianza en la guía y protección de Dios, sabiendo que Él ve y conoce todas las cosas.