En medio de las plagas que Dios envió sobre Egipto, el corazón del faraón continuó endurecido. A pesar de presenciar el poder y la grandeza de Dios a través de estos eventos milagrosos, el faraón y sus oficiales se mantuvieron resistentes e inflexibles. Este versículo subraya el tema de la terquedad y la negativa a reconocer la soberanía de Dios. Es una advertencia sobre los peligros del orgullo y la negativa a someterse a la autoridad divina.
El temor del Señor, en términos bíblicos, no se trata de tener miedo, sino de tener un profundo respeto, reverencia y asombro por el poder y la majestad de Dios. La falta de temor del faraón indica una ceguera espiritual y un corazón cerrado, lo que finalmente llevó a un mayor sufrimiento para él y su pueblo. Para los creyentes de hoy, este versículo es un llamado a examinar el propio corazón y asegurarse de que esté abierto y receptivo a la voz de Dios. Fomenta una postura de humildad y una disposición a aprender de las enseñanzas de Dios, lo que conduce a una vida de fe más plena y obediente.