En las instrucciones dadas a los israelitas, Dios especificó una mezcla única de incienso que debía usarse exclusivamente para la adoración en el Tabernáculo. Este incienso simbolizaba las oraciones y la adoración ofrecidas a Dios, y su uso estaba estrictamente regulado para preservar su santidad. Al prohibir su uso para el disfrute personal, Dios enseñaba a los israelitas sobre la importancia de la santidad y la necesidad de mantener lo sagrado distinto de lo ordinario. Ser 'cortado' del pueblo era una consecuencia severa, subrayando la gravedad de malusar lo que estaba consagrado a Dios. Este principio de respetar y honrar lo que está dedicado a Dios es atemporal, recordando a los creyentes hoy en día que deben acercarse a Dios con reverencia y tratar las prácticas y símbolos sagrados con el máximo respeto. Fomenta un corazón de adoración que sea puro y enfocado en Dios, en lugar de en el placer o beneficio personal. Este pasaje invita a reflexionar sobre cómo consideramos y nos relacionamos con los aspectos sagrados de nuestra fe, alentando un compromiso más profundo para honrar a Dios en todos los aspectos de la vida.
38 Y el que hiciera perfume como este, y que lo pusiera sobre extraño, será cortado de su pueblo.
Éxodo 30:38
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