Cuando Dios habla a Moisés desde la zarza ardiente, revela Su nombre como "Yo soy el que soy", una poderosa declaración de Su naturaleza eterna y autosuficiente. Este nombre, a menudo entendido como Yahvé, significa que Dios existe más allá del tiempo y el espacio, inmutable e independiente. Asegura a Moisés y a los israelitas la inquebrantable presencia y fidelidad de Dios. Al identificarse de esta manera, Dios enfatiza que no está definido por la comprensión o limitaciones humanas. Este momento es fundamental, ya que establece una conexión personal entre Dios y Su pueblo, afirmando que Él está con ellos en sus luchas y los guía hacia la libertad.
El nombre "Yo soy" también implica que Dios es la fuente de toda existencia, el que sostiene todo. Invita a los creyentes a confiar en Su naturaleza eterna y Su capacidad para cumplir Sus promesas. Esta revelación proporciona una base para la fe, recordándonos que Dios siempre está presente, siempre activo y siempre capaz de liberar a Su pueblo. Anima a los creyentes a depender de la fuerza y sabiduría de Dios, sabiendo que Él es la autoridad suprema y la fuente de toda vida.