En este versículo, Dios se identifica ante los israelitas como su liberador divino, quien los ha sacado de la esclavitud en Egipto. Esta introducción es fundamental, ya que prepara el camino para los Diez Mandamientos que seguirán. Al recordarles su liberación, Dios no solo afirma Su autoridad, sino también Su profundo cuidado y compromiso hacia ellos. Este acto de liberación es un momento clave en su historia, simbolizando el poder y la fidelidad de Dios.
La declaración establece la base de la relación de pacto entre Dios y Su pueblo. Resalta que la obediencia a Sus leyes no es solo un deber, sino una respuesta a la gracia y libertad que han recibido. La liberación de Egipto es un tema central en el Antiguo Testamento, frecuentemente recordado para recordar a los israelitas el amor y la protección duraderos de Dios. Les anima a confiar en Su guía y a vivir de una manera que honre la libertad que les ha sido otorgada. Este versículo subraya la importancia de recordar las liberaciones pasadas como fuente de fe y motivación para la obediencia futura.