En un momento significativo de agradecimiento y reconocimiento de la ayuda de Dios, Moisés construye un altar y lo llama "Jehová-nisi". Este nombre refleja la idea de que Dios es una fuente de fortaleza y victoria para Su pueblo. Un estandarte, en tiempos antiguos, era un punto de reunión para las tropas, un símbolo de unidad y fuerza en la batalla. Al nombrar el altar de esta manera, Moisés está declarando que Dios es quien guía y protege a Su pueblo, otorgando victoria sobre sus adversarios.
Este acto de edificar un altar no es solo una estructura física, sino un marcador espiritual, un recordatorio de la fidelidad y presencia de Dios. Sirve como un testimonio del poder de Dios en la vida de Su pueblo, animándolos a confiar en Su guía y provisión. Para los creyentes de hoy, esta historia es un poderoso recordatorio de que en tiempos de lucha o conflicto, pueden mirar a Dios como su estandarte, su fuente de esperanza y fortaleza. Fomenta una profunda confianza en la capacidad de Dios para guiar y proteger, reforzando la creencia de que con Dios, la victoria está asegurada.