Los israelitas están a punto de entrar en la Tierra Prometida, un cumplimiento del pacto de Dios con sus antepasados, Abraham, Isaac y Jacob. Esta tierra, abundante y próspera, es un testimonio de la fidelidad y generosidad de Dios. Las ciudades y la infraestructura que heredarán no son el resultado de su propio trabajo, sino regalos divinos. Esto subraya la importancia de la gratitud y la humildad, recordándoles que sus bendiciones no son ganadas, sino dadas por gracia divina. Hoy en día, también se nos anima a reflexionar sobre las bendiciones en nuestras vidas, reconociéndolas como regalos de Dios, y a responder con agradecimiento y confianza en su continua provisión. Este pasaje también nos recuerda la importancia de ser fieles a los mandamientos de Dios, ya que los israelitas están llamados a vivir de una manera que honre la relación de pacto con Él. Al recordar la fidelidad pasada de Dios, los creyentes pueden encontrar fuerza y esperanza para el futuro, confiando en que Dios seguirá cumpliendo sus promesas.
Y cuando te haya llevado Jehová a la tierra que juró a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que te daría, ciudades grandes y buenas que tú no edificaste,
Deuteronomio 6:10
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