En el contexto de la sociedad israelita antigua, mantener la línea familiar y los derechos de herencia era de suma importancia. Este versículo aborda la práctica conocida como matrimonio levirato, donde un hombre se casaba con la viuda de su hermano fallecido. El propósito de esto era producir un heredero que llevara el nombre del hermano difunto, asegurando que su linaje y propiedades permanecieran dentro de la familia. Esta práctica no solo se trataba de preservar el nombre familiar, sino también de proporcionar apoyo a la viuda, quien de otro modo podría quedar desamparada.
El trasfondo cultural de esta práctica refleja un profundo sentido de responsabilidad y cuidado comunitario. Aseguraba que el nombre del fallecido no se olvidara y que su familia no perdiera su lugar en la comunidad. Este principio de cuidar a la familia y garantizar su continuidad es un testimonio de los valores de lealtad, responsabilidad y compasión que eran fundamentales en la sociedad. Subraya la importancia de los lazos familiares y el esfuerzo colectivo por apoyarse mutuamente, asegurando que cada miembro sea honrado y recordado.