En este versículo, Dios declara su compromiso inquebrantable con la justicia y la rectitud. Al jurar por sí mismo, Dios subraya la seriedad y certeza de sus palabras. La frase "el Orgullo de Jacob" se refiere a la relación de pacto de Dios con el pueblo de Israel, destacando su presencia y autoridad duraderas. Este pasaje sirve como un recordatorio contundente de que Dios es plenamente consciente de todas las acciones, tanto buenas como malas, y que sostendrá a las personas responsables por sus actos. Habla de la omnisciencia divina, donde nada escapa a la atención de Dios.
El contexto de este versículo es una advertencia al pueblo de Israel, que se había desviado de los caminos de Dios, involucrándose en prácticas injustas y olvidando el pacto. La promesa de Dios de "nunca olvidar nada de lo que han hecho" es un llamado al arrepentimiento y un recordatorio de las consecuencias de sus acciones. Invita a los creyentes a vivir con integridad y fidelidad, sabiendo que Dios valora la justicia y la rectitud. Este versículo invita a la reflexión sobre la propia vida y acciones, instando a regresar a un camino que honra a Dios y sus mandamientos.