Agabo, un profeta, utiliza un acto simbólico para transmitir un mensaje del Espíritu Santo. Al tomar el cinto de Pablo y atar sus propias manos y pies, Agabo ilustra vívidamente el destino que le espera a Pablo en Jerusalén. Este acto de profecía no solo es una predicción de eventos, sino también un llamado a prepararse para los desafíos que se avecinan. Subraya la realidad de que seguir la fe puede llevar a situaciones difíciles, pero también enfatiza la importancia de la obediencia y la confianza en el plan de Dios. El viaje de Pablo, marcado por pruebas y persecuciones, es un testimonio de su compromiso inquebrantable de difundir el Evangelio. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre su propia disposición a enfrentar dificultades por su fe y a encontrar fortaleza en la certeza de que Dios está con ellos en cada prueba. También resalta el papel de la profecía en la iglesia primitiva como un medio de guía y aliento, recordándonos la importancia de escuchar la voz de Dios en nuestras vidas hoy en día.
Y cuando hubo venido a nosotros, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.
Hechos 21:11
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