En los primeros días del cristianismo, los apóstoles y otros líderes estaban activamente difundiendo las enseñanzas de Jesús. Este período estuvo marcado por un crecimiento y desarrollo significativos dentro de las comunidades cristianas. El fortalecimiento de la fe mencionado en el versículo se refiere a cómo los creyentes se volvían más firmes en sus creencias, comprendiendo más profundamente las enseñanzas de Jesús y viviendo de acuerdo a ellas en su vida diaria. Esta madurez espiritual resultaba atractiva para otros, lo que llevó a un aumento en el número de creyentes.
El crecimiento en números no se trataba solo de añadir más personas a la comunidad; era sobre crear una fe vibrante y viva que atrajera a otros. El enfoque de la iglesia primitiva en la fe y la vida comunitaria servía como un poderoso testimonio para quienes estaban a su alrededor. Este versículo anima a los cristianos contemporáneos a nutrir su fe y vida comunitaria, entendiendo que un crecimiento espiritual genuino puede llevar a un aumento natural en sus números. Recuerda a los creyentes que una comunidad fuerte y llena de fe puede tener un impacto profundo en el mundo que les rodea.